jueves, 13 de marzo de 2008

Fuera del camino, mi vieja tiene auto!!


Córrase todo el mundo!" sería una buena sugerencia el día que salga a la calle, ¿no les parece?. Hoy acompañé a mi señora madre a firmar los papeles para finalmente tener su vehículo, y su sonrisa no era algo fácil de esconder. Todo lo contrario, se trataba de una auténtica muestra de las capacidades de su dentista. ¿Serán las ansias por atropellar ancianas, todas fieles afiliadas al PAMI? Después de todo, supongo que esa es la razón por la cual lo compró. Ya me veo yendo a la Av. Warnes a colocarle el tumbaburros (para los curiosos, es esa parrilla en forma de "v" que tenían las antiguas locomotoras a vapor en su frente).

Encuentro a mi sujeto materno en la puerta de casa a mi regreso del médico (tranquilos que sólo fue una visita al oftalmólogo, estoy más que bien) y decidí acompañarla. Deberían haberla visto.. Parecía tan ansiosa e... ¡¿Indecisa?!. Si, damas y caballeros, hasta el último minuto dudó si quería comprarlo o no. ¿Qué onda?. A todo eso le dije "Mirá que si no sabés si lo querés para vos, puede ser para mi". Su llana e incípida cara me mostró claramente que no se trataba de mi regalo de cumpleaños.

Entramos a la agencia. Se acerca el vendedor que habíamos visto el otro día (léase "El drama de la compra de un auto familiar") y me saluda por mi nombre estrechándome la mano. Curioso dato, él no se acordaba el de mi vieja, pero logró taparlo hasta ahí. Otro dato, mi vieja le dijo Gustavo en lugar de Hugo, así que parece que tampoco recordaba mucho. Primer blooper del día, zafado. Luego, cuando finalmente dimos el "sí" (no piensen mal, amigos de Edípo) y empezamos a completar papeles, en un momento el vendedor se va a buscarnos café. Al rato, mi señora madre alza su brazo derecho y apunta uno de los autos en muestra. "¿Cuál es el que estamos comprando? ¿Ese, aquel o este otro?". Ay ay ay... No mamá, estamos comprando un cohete espacial piloteado por vacas locas, ¿o no te acordas?. Blooper número dos.

Luego vino la hora del test drive. Uno siempre quiere que lo traten bien, así que ¿por qué no garronear una vuelta gratis a la calesíta?. La idea era que la señora pudiese manejar así se iba habituando al chiche nuevo y conociéndolo un poco, pero terminé siendo yo el piloto todo el camino. Se ve que ella no quería quedar mal delante del vendedor... O, en todo caso, no quería estrellar un nuevo 206 con el hombre que se lo vendió. Sería como presenciar el asesinato de una persona junto al partero que lo trajo al mundo. Medio bizarro el asunto.




La semana que viene llega a casa. Portate bien vieja que, sino, te lo saco y te vas al rincón.

1 comentario:

Isaelia Rojas Tattá dijo...

Morí de risa al leer esta anécdota de la compra del carro de tu mamá. ¡Muy graciosa! Ellas son todo un caso y siempre le cambian el nombre a las personas. Andrés López dice que es parte de "la garres".

Me gustó mucho, seguiré leyendo tus otros post...

Saludos desde Venezuela! #BuenaVibra